martes, 25 de enero de 2011

El dequeísmo

A la plaga del de que la han bautizado con el nombre de "dequeísmo" los lingüistas americanos, que han sido los pioneros en detectarlo, pues, según todos los indicios, fue en el español de Ultramar donde el fenómeno surgió hace unos decenios. Y con tal fuerza expansiva, que parece afectar al continente entero, y ya a España, como lo revelan esos datos radiofónicos, y miles que pueden aportarse con sólo escuchar en cualquier parte. El proceso posee tal empuje, y es de tanta importancia gramatical, que merece mucha atención. Si llegara a triunfar, una regla fundamental de nuestro idioma, que exige la construcción apreposicional de las oraciones sustantivas en función de complemento directo sería sustituida por otra que obligaría a anteponerles de.
Lo sorprendente del caso es que, esta vez, la innovación no se introduce por esa vía semiculta o semiconsciente del periodismo apresurado que solemos denunciar, sino que parece provenir de usos radicalmente populares, en gran medida espontáneos. Tampoco parece haber nacido el dequeísmo en un lugar concreto desde el cual se haya producido su irradiación, sino que más parece fruto de una poligénesis.
En cualquier caso, el dequeísmo no resulta de la frivolidad que impulsa otros fenómenos idiomáticos actuales, y que constituyen manifestaciones de vulgaridad. Es, escuetamente, un vulgarismo. La diferencia entre vulgaridad y vulgarismo parece útil para clasificar hechos que obedecen a causas diferentes. La vulgaridad procede de un errado afán de distinción; se cultiva, en general, por indoctos de corbata, y se orienta a producir apariencias de cultura, modernidad y desenfado. Mientras que los vulgarismos son empleados por cuantos no poseen otros recursos mejores para hablar o piensan de buena fe que es así como se habla. En los dos tipos de prevaricaciones hay quebranto de norma, pero diferencia existe en que la vulgaridad es normalmente culpable, por voluntaria; y el vulgarismo carece ordinariamente de culpa, y obedece a una débil escolarización.
Pero, se acepte o no esta explicaicón gramatical de su origen, lo cierto es que estamos ante un fenómeno extremadamente vulgar, que exige una reacción vigorosa por parte de la escuela y de todos los medios de difusión.

weblogs.clarin.com
                                                                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario