La lengua española, o también denominada por muchos hablantes "castellano", pertenece a todos sus hablantes por igual.
Al hablarla percibimos que no todos nos expresamos de la misma manera y que, por tanto, existen muchas diferencias tanto de pronunciación como de léxico. Dichas diversidades facilitan la difusión y unión de la lengua.
Por otra parte, encontramos las diferencias de uso, las cuales están determinadas por la buena o mala escolarización de cada persona. Cuando existe una ausencia de instrucción, encontramos una gran carencia de registros que impiden la buena utilización de la lengua.
La cultura en general y la cultura lingüística nos indica el marco adecuado en la comunicación y nos ayudan a limar las múltiples diferencias que existen.
El "buen español" es aquel que existe en cualquier zona geográfica con una "norma de cultura", que se establece gracias a la cultura y comunicación. Esto produce una estandarización que nos permite entendernos sea cual sea nuestra situación geográfica o social.
La creación de la Academia de la Lengua y la publicación de su gramática (1771) otorgaron al español hablado en Madrid una modalidad de prestigio social y cultural hasta entrado el siglo XX.
Las gramáticas, los libros de estilo, los prontuarios, todos los estudios dedicados a la lengua han creado durante mucho tiempo la norma de cultura en la lengua española, que se consideraba la única norma correcta (estándar) para la enseñanza, para hablar y escribir correctamente la lengua.
Toda persona culta, sea cual sea su lugar de nacimiento, podrá hablar y escribir un "español culto", que es la lengua de comunicación social.
Cuando nos planteamos si la lengua de hoy es más "pobre" que en épocas pasadas, podemos contestar con claridad que no es ni mejor ni peor, simplemente es diferente, ya que está caracterizada por una serie de cambios provocados por las distintas necesidades de la sociedad.
El conocimiento de las diferentes culturas, las diferentes formas de vida y las diversas formas de pensar han provocado la formación de un mundo globalizado, donde nos llegan a raudales las palabras que introducen dichos hábitos.
Todo aquello que pertenece al colectivo lingüístico de nuestra memoria es un elemento esencial de nuestra vida en común. Por tanto, todo ello es necesario para poder explicar el pasado y, por consiguiente, el presente.
Por otra parte, el español, durante muchos años, se ha enriquecido con múltiples culturas con las que ha tenido contacto y, además, ha recibido multitud de términos léxicos de otras lenguas que nos han servido para ampliar sus horizontes vitales y para acercarnos al mundo científico, cultural y económico. Germanismos, arabismos, galicismos, italianismos, anglicismos, vasquismos, galleguismos y lusismos,... han sido muchos los que se han ido introduciendo en nuestro léxico.
Pero lo importante para el común de los hablantes no es hallar el origen del préstamo, ni tampoco la vía por la que ha venido, ni preguntarse el porqué de su presencia, sino encontrar que la aclimatación o españolización del préstamo tienda a ser uniforme en todo el ámbito hispano con el fin de que apenas existan barreras de comunicación.
Frente al extranjerismo, el sistema lingüístico está capacitado para aceptar o rechazar todo aquello que viene de fuera, decidiendo si es necesario o no en nuestra lengua.
Sin embargo, el gran peligro en una lengua como la española ha estado los términos léxicos para nombrar una misma realidad (adopciones). Ya que en la amplia topografía donde se habla el español se puede nombrar de forma diversa una misma realidad. Por ejemplo: "ascensor, locutor, garaje"-"elevador, speaker y parking".
Cada entidad social puede aceptar todo aquello que sea nuevo a partir de la diversidad de recursos que ofrece la propia lengua; pero, en cualquier caso, las sociedades no pueden vivir de espaldas a otras culturas si no quieren suicidarse colectivamente; y más en el mundo actual donde la pluralidad de relaciones condicionan y definen el vivir de los pueblos que se desenvuelven en la misma área de intereses. Lo importante es que la adopción de los términos léxicos sea lo más uniforme posible en la lengua española con el fin de que la comunicación sea fluida en el ancho mundo hispánico. Los medios de comunicación han permitido unificar la lengua, al difundir por toda la geografía hispánica las verdaderas voces de la lengua española: una en su diversidad.
Cuando hablamos de los descuidos idiomáticos e incorrecciones podemos afirmar que no es admisible, en ningún caso, el descuido en el empleo de la lengua. Su aprendizaje, por tanto, es imprescindible, y debe ser premiado por la sociedad el buen uso que de la lengua hagamos.
Cuando desde la perspectiva social una forma lingüística tiene prestigio, fomenta en los hablantes una actitud positiva que favorece su uso en detrimento de otra. La clase social de mayor prestigio cultural, político y económico, por su relevancia ante los demás estratos sociales, acaba imponiendo sus gustos y modas y, por supuesto, dictando el patrón de lengua de prestigio, aunque muchos de sus hallazgos vengan de otros parámetros sociales y, por consiguientes, lingüísticos.
En cuanto a la relación entre lengua, sociedad y cultura podemos afirmar que existe una irremediable unión entre éstas:
- La lengua necesita socializarse para ser el vehículo de la comunicación y transmisión lingüística y cultural en el tiempo y en el espacio. Por ello, lengua y sociedad componen una relación básica para el estudio de la lengua en su oralidad y en su escritura.
- Por otra parte, la lengua expresa y transmite la cultura de la sociedad a la que sirve de vehículo de comunicación y, por lo tanto, la lengua interpreta el sentir general y particular del ser humano, pero también la lengua reproduce una forma heredada, unas determinadas estructuras y unos procesos de funcionamiento que le son propios, que son estructurales, por el hecho de constituir en sí misma un sistema lingüístico perfectamente diferenciable de otros.
Si nos planteamos si la lengua española es sexista, podemos afirmar que NO LO ES; de hecho, ninguna lengua lo es. La lengua sirve para nombrar, para describir, para exponer todo cuanto está al alcance del ser humano. Por el contrario, sí es sexista el proceso cultural que ha llegado hasta nosotros en que dicha sociedad se ha articulado el pasado y, por tanto, la sociedad en que se ha sustentado el presente. La lengua española evidencia la realidad a la que sirve de la mejor manera posible, reproduce la estructura cultural y social de la sociedad hispana al ser el vehículo de comunicación entre sus miembros. Lo único que podemos añadir es que el género masculino en plural, desde la perpectiva gramatical y en la tradición cultural del español, sirve para expresar tanto a las personas pertenecientes al sexo masculino como al opuesto.
Sin embargo, dichas construcciones en España están variando: la política de igualdad social en todos los ámbitos de la sociedad, el acceso de la mujer a los puestos de responsabilidad y la influencia de los medios de comunicación.
Una de las características definitorias de la llamada "norma culta" es la de estar sujeta a una codificación (suficientemente cohesionada) para que pueda servir de modelo lingüístico a una comunidad de hablantes tan extensa y poblada como la hispánica, además de poseer un sistema de escritura y unas normas ortográficas relativamente estables, que se conviertan en el eje vertebrador de los modelos cultural y educativo para la comunidad de hablantes.
Otro tema a tratar, es la evidencia del uso dialectal, es decir circunscrito a nuestro lugar de nacimiento y educación y otro (u otros) en relación con el registro de lengua que utilizamos. El diferente uso del "tú" dependiendo de la zona geográfica (Venezuela, Uruguay, España) es aceptado en cada estructura social de cultura y de prestigio de dichas formaciones humanas, que pasa a formar parte de su norma de prestigio. Es un uso en principio dialectal, es decir, constituye una variante posible en el sistema que, además, tiene prestigio (norma culta) en el espacio reseñado.
Por último, cuando hablamos de tradición e innovación podemos observar una sociedad hispana actual realmente renovada y, en consecuencia, la lengua que utilizamos tiende a ser más general, menos localista: la base léxica del español común es cada vez más amplia; la tendencia hacia un léxico general es un hecho por la activa participación de los medios de comunicación que no shacen partícipes sin solución de continuidad.
El patrón para la norma de cultura ya no depende simplemente de la estructura del español escrito, sino del español escrito y hablado que se aproxima al patrón de la lengua oral. El surgimiento de los acortamientos y adverbializaciones o la destacada reducción (neutralización) de tiempos y de modos a favor del indicativo y los diferentes usos de las formas verbales son algunas de las innovaciones que se han producido en la lengua.

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